1-9 Cuando Cristo terminó su obra en la tierra y fue recibido en su gloria en el cielo, la iglesia comenzó a cantarle una nueva canción y a bendecir su nombre. Sus apóstoles y evangelistas mostraron su salvación entre los paganos, sus maravillas entre todas las personas. Toda la tierra está aquí convocada para adorar al Señor. Debemos adorarlo en la belleza de la santidad, como Dios en Cristo, reconciliando el mundo consigo mismo. Se dicen cosas gloriosas de él, tanto como motivos para alabar como para alabar.

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