Entonces gritó una mujer sabia: Parece que ninguno de todos los hombres de Abel se ofreció a tratar con Joab; no, no cuando estaban en un extremo; pero una mujer sabia salvó la ciudad. Las almas no conocen diferencia de sexo: muchos corazones varoniles se alojan en el pecho de una mujer. Tampoco es menos valioso el tesoro de la sabiduría, por estar alojado en la vasija más frágil.

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