Y escuché otra voz: de Cristo, cuyo pueblo, secretamente esparcido incluso allí, es advertido de la inminente destrucción de ella. Para que no seáis partícipes de sus pecados, es decir, de los frutos de ellos. ¡Qué extraordinaria providencia fue que el Apocalipsis se imprimiera en medio de España, en la gran Biblia Políglota, antes de la Reforma! De lo contrario, cuánto más fácil les había resultado a los papistas rechazar todo el libro que evadir estas partes llamativas.

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