Moisés no respondió a estos necios según su necedad: En lugar de reprenderlos, los consuela, y con una admirable pretensión de mente, no desanimado ni por las amenazas de Egipto ni por los temblores de Israel, acalla sus murmuraciones: No temáis, es nuestro deber, cuando no podemos salir de nuestros problemas, pero superar nuestros miedos, para que solo sirvan para avivar nuestras oraciones y esfuerzos, pero no prevalezcan para silenciar nuestra fe y esperanza.

Quédense quietos y no piensen en salvarse ni peleando ni volando; espere las órdenes de Dios y cumpla con ellas; Con plena confianza en Dios, compónganse en una perspectiva pacífica de la gran salvación que Dios está a punto de obrar para ustedes. Calla, no necesitas ni siquiera dar un grito contra el enemigo: el trabajo se hará sin el consentimiento de los tuyos. En tiempos de gran dificultad, es prudente mantener nuestro espíritu sereno, tranquilo y sosegado, porque entonces estaremos en el mejor marco tanto para hacer nuestro propio trabajo como para considerar el trabajo de Dios.

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