Tenemos aquí la historia de esa obra de asombro que tan a menudo se menciona tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Un ejemplo del poder todopoderoso de Dios al dividir el mar y abrir un pasaje a través de las aguas. Era una bahía, o un golfo, o un brazo de mar, dos o tres leguas más allá. El Dios de la naturaleza no se ha atado a sus leyes, pero cuando le place las prescinde, y entonces el fuego no arde ni el agua fluye.

Atravesaron el mar hasta la orilla opuesta; caminaron por tierra seca en medio del mar; y siendo la columna de nube su recompensa, las aguas les eran un muro a su derecha ya su izquierda. Es probable que Moisés y Aarón se aventuraran primero en este camino inexplorado, y luego todo Israel después de ellos; y esta marcha por los senderos de las grandes aguas haría menos formidable su marcha posterior a través del desierto.

Esta marcha a través del mar fue de noche, y no una noche de luna llena, porque eran siete días después de la luna llena, de modo que no tenían más luz que la que tenían de la columna de fuego. Esto lo hizo aún más terrible, pero donde Dios nos lleve, nos iluminará; mientras sigamos su conducta, no necesitaremos sus comodidades.

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