Y Moisés extendió su mano sobre el mar; y Jehová hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este toda aquella noche, y secó el mar en tierra, y se dividieron las aguas.

Moisés extendió su mano...  La agitación de la vara era de gran importancia en esta ocasión, para dar testimonio público, en presencia de los israelitas reunidos, tanto del carácter de Moisés como de la misión divina que se le había encomendado.

El Señor hizo... un fuerte viento del este toda esa noche, [Septuaginta, notos-viento del sur]. Supongamos que se tratara de una simple marea baja, causada por el viento que elevó las aguas a una gran altura por un lado, pero como no sólo había "tierra seca", sino, según el sentido de la narración sagrada, un muro a la derecha y a la izquierda, sería imposible, en la hipótesis de una causa natural de este tipo, levantar el muro por el otro. La idea de la interposición divina, por lo tanto, es imperativa; y suponiendo que el paso se haya hecho en el Monte Attakah, o en la boca del Wady Tawarik, un viento del este cortaría el mar en esa línea.

La palabra hebrea kadim, sin embargo, traducida en nuestra traducción al este, significa, en su significado primario, anterior; de modo que este verso podría tal vez ser traducido, 'el Señor hizo retroceder el mar por un fuerte viento anterior toda esa noche', una traducción que eliminaría la dificultad de suponer que el ejército de Israel marchó sobre la arena en los dientes de una columna de viento lo suficientemente fuerte como para amontonar las aguas como una pared a cada lado de un camino seco, y dar la narración inteligible de la interferencia divina.

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