21. Y Moisés se estiró. Ya dijimos que el pasaje era libre y conveniente para los israelitas de noche, ya que la columna de fuego llenaba su lado de luz: y ciertamente una multitud tan grande no podía llegar a la orilla opuesta en una o dos horas. Los israelitas pasaron desde la tarde hasta el amanecer; y luego, los egipcios, al descubrir que se habían ido, se apresuraron a seguir para caer sobre sus espaldas. Ahora, aunque Moisés no usa adornos de lenguaje para celebrar este milagro, el recital desnudo debería ser suficiente; y, por lo tanto, es más enfático para despertar nuestra admiración que cualquier coloración retórica y magnífica elocuencia. Para quién desearía sonar exclamaciones, para ser violado por la más alta admiración del poder divino, cuando se le dice simplemente y en pocas palabras que el mar fue dividido por la vara de Moisés; ese espacio suficiente para el paso de la gente estaba seco; que la poderosa masa de aguas se erguía como rocas sólidas a ambos lados? Diseñado, entonces, ha dejado todo el asunto ante nuestros ojos sin todo esplendor verbal; aunque ambos se celebrarán poco después, de acuerdo con su dignidad, en el Cántico, y los Profetas y los Salmos lo magnifican más espléndidamente en todas partes. En este pasaje, aprendamos, como si Moisés nos estuviera guiando a la circunstancia real, a fijar nuestros ojos en la perspectiva del poder inestimable de Dios, que no puede expresarse suficientemente por ningún número o fuerza de palabras. Pero Moisés tiene mucho cuidado de no arrogarse más que suficiente para sí mismo, a fin de restarle valor a Dios. Antes se le había ordenado dividir el mar con su vara levantada; ahora cambia la forma de expresión, es decir, que las aguas volvieron por orden de Dios. Así, contento con el carácter de un ministro, hace a Dios solo, como era apropiado, el autor del milagro. Pero aunque era competente para Dios disipar las aguas sin ningún movimiento del aire, sin embargo, para poder demostrar que toda la naturaleza era obediente a Él y gobernar a su voluntad, estaba complacido de levantar el fuerte viento del este. Mientras tanto, debe recordarse que el mar no puede ser secado por el viento artístico, por fuerte que sea, a menos que haya sido efectuado por el poder secreto del Espíritu, más allá de la operación ordinaria de la naturaleza. Sobre qué punto ver mis anotaciones anteriores en el cap. 10:13 y 19.

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