Dieciocho mil codos: unas cinco millas en brújula. Desde ese día - Desde el día en que el Señor restauró a este pueblo y reconstruyó su ciudad, y su adoración agradecida, santa y pura a Dios allí, desde ese día se dirá de Jerusalén. El Señor está allí: el Señor, que como solo su nombre es Jehová, así es el único Dios verdadero, fiel a su promesa, rico en misericordia, glorioso en majestad, justo en sus juicios, sabio y santo en su gobierno, cuya presencia hace nosotros felices, cuyo alejamiento de nosotros nos deja en la miseria.

Este Dios, con su favor y presencia, traerá la confluencia de todo bien a las personas, familias y ciudades; este Dios estará allí para morar, gobernar, defender, prosperar y coronar. Tal será el caso de la Jerusalén terrenal, así será para siempre el caso de la Jerusalén celestial. Tal es el caso de todo verdadero creyente, que puede, dondequiera que esté, en su camino del deber, todavía escribir a Jehová: Shammah, mi Dios está aquí.

Y es mejor estar donde él está hasta que nos lleve dentro de las puertas de la ciudad gloriosa, donde la luz y el amor inconcebibles de la presencia inmediata de Dios, den a cada uno una demostración eterna de que Dios está aquí: a él sea la gloria por siempre.

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