Salió a meditar (u orar) en el campo con la marea tranquila. Algunos piensan que esperaba a sus sirvientes para esta época, y salió con el propósito de encontrarse con ellos. Pero parece que salió para aprovechar una velada silenciosa y un campo solitario para la meditación y la oración. Nuestros paseos por el campo son entonces verdaderamente placenteros, cuando en ellos nos dedicamos a la meditación y la oración, tenemos una perspectiva libre y abierta de los cielos sobre nosotros, y la tierra que nos rodea, y las huestes y riquezas de ambos, por el vista de la cual deberíamos conducirnos a la contemplación del Hacedor y Dueño de todo.

Las providencias misericordiosas se sienten doblemente cómodas cuando nos encuentran en el camino de nuestro deber: algunos piensan que Isaac ahora estaba orando por un buen éxito en este asunto, y meditando sobre lo que era apropiado para alentar su esperanza en Dios al respecto; y ahora, cuando se pone, por así decirlo, sobre su atalaya, para ver qué le responde Dios, ve venir los camellos.

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