A menos que estos marineros permanezcan en el barco - Sin ellos no sabéis cómo manejarla, no podéis salvaros - No dice nosotros. Eso no lo habrían considerado. Los soldados no se preocuparon por la vida de los prisioneros, ni Pablo se preocupó por la suya propia. De ahí que aprendamos a utilizar los medios más adecuados para la seguridad y el éxito, incluso mientras dependemos de la Divina Providencia, y esperamos el cumplimiento de la propia promesa de Dios.

Nunca diseñó ninguna promesa que debiera alentar a las criaturas racionales a actuar de manera irracional; o permanecer inactivos, cuando les ha dado la capacidad natural de hacer algo, al menos, para su propio beneficio. Esperar el cumplimiento de cualquier promesa, sin ejercerlas, es, en el mejor de los casos, una presunción vana y peligrosa, si toda pretensión de confiar en ella no es una hipocresía profana.

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