No seguirán a un extraño: uno a quien Cristo no envió, que no responde a la descripción anterior. A él no lo seguirán. ¿Y quién podrá obligarlos a hacerlo? Pero huirá de él, como de la plaga. Porque no conocen la voz de los extraños, no pueden saborearla; es áspero y irritante para ellos. Allí no encuentran nada de Dios.

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