Yo no cambio; tengo un odio inalterable al pecado; y mi longanimidad tampoco cambia; por tanto, no estáis consumidos en vuestros pecados. No consumido: Dios es el mismo en su sabiduría para ordenar las recompensas de lo bueno y lo malo en la temporada más adecuada, por lo tanto, ni lo uno ni lo otro se consumen, sino que se conservan para la temporada señalada por Dios.

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