Aquí tenemos la confirmación de esa gloriosa verdad, que es el carácter distintivo de Jehová, su inmutabilidad. ¡Y lector! en medio de las perpetuas circunstancias fluctuantes, agonizantes y perecederas de nosotros mismos y de todas las cosas que nos rodean, ¡qué gran fondo es esto para descansar, por el tiempo y la eternidad! Inmutable en su naturaleza, inmutable en sus propósitos, inmutable en todas las promesas de su pacto en Cristo, por mil generaciones. ¡Oh! por la gracia de recordarlo para siempre, y recordar que esto y solo esto es la causa de que la simiente de Jacob no se consuma.

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