Un tratado contra el hereje Novaciano por un obispo anónimo

en el Evangelio, donde se describe a aquella mujer pecadora, que fue a casa de cierto fariseo adonde el Señor había sido invitado con sus discípulos, y trayendo una vasija de ungüento, se puso a los pies del Señor y se lavó sus pies con sus lágrimas, y los enjugó con sus cabellos, y los besó; de modo que el fariseo se enojó y dijo: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo toca, porque es pecadora"[36].

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Antiguo Testamento