(6:10) Nuestra fuerza está finalmente "en el Señor". Este versículo reconoce que nuestras fuerzas humanas no tienen sustancia en el ámbito de Dios ni en la esfera del servicio cristiano. Es "Su gran poder" lo que soldamos y no nuestra propia influencia humana lamentable. La clave de la humildad descansa en nuestra comprensión de este principio. A medida que maduramos en edad y conocimiento y adquirimos habilidad para tratar con la gente, es cada vez más difícil recordar que nuestra habilidad está diseñada por el hombre y es la fuerza de la vieja naturaleza. Una buena prueba es esta; si un incrédulo puede lograr lo mismo, entonces no se basa en el poder transformador del Espíritu Santo.

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