VERSO 4. Pero cada uno pruebe su propia obra, y entonces tendrá gozo sólo en sí mismo, y no en otro.

Si tuviéramos que sentir que el éxito de nuestro ministerio depende de nuestra popularidad entre los hombres, moriríamos, porque no somos populares. Al contrario, somos odiados por todo el mundo con rara amargura. Nadie nos alaba. Todo el mundo encuentra defectos en nosotros. Pero podemos gloriarnos en el Señor y ocuparnos de nuestro trabajo con alegría. ¿A quién le importa si nuestros esfuerzos agradan o desagradan al diablo? ¿A quién le importa si el mundo nos alaba o nos odia? Seguimos adelante "con honra y con deshonra, con mala fama y con buena fama". ( 2 Corintios 6:8 ).

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