Nunca puede quitar los pecados. Los animales sacrificados en los altares judíos tenían un efecto moral en la gente y apuntaban hacia el Mesías, pero no tenían un efecto real en los pecados. Miqueas enseñó lo mismo, y dio a entender que esta era la razón por la cual los paganos usaban sacrificios humanos. "¿Se complacerá el Señor si le llevo miles de ovejas o ríos interminables de aceite de oliva? ¿Le ofreceré mi hijo primogénito para pagar por mis pecados?" ( Miqueas 6:7 ).

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