Después de esto, el Espíritu de Dios comienza a interceder con el pueblo, basándose en dos motivos distintos, a saber, lo que Dios había hecho por su pueblo y la venida de Jehová en la persona de Cristo en gloria. ¿Había hecho el pueblo una devolución adecuada al cuidado que Jehová les había prodigado? ¿Estaban en condiciones de recibir a Jehová en medio de ellos? El capítulo 5 retoma la primera cuestión, que se refiere a la responsabilidad del pueblo, en vista del cuidado y gobierno de Dios.

¿Qué pudo haber hecho por Su vid que no haya hecho? No lo ha producido sino uvas silvestres. Él da a conocer las consecuencias de esto según Su justo gobierno. Su vallado, la protección con la que lo había rodeado, será quitado, y quedará presa de los estragos de los paganos. Dios, al rogar a Israel, les muestra sus pecados en detalle. Entonces Su mano se extiende contra Su pueblo, y terribles juicios caen sobre ellos.

Sin embargo, "su ira no ha cesado, sino que su mano aún está extendida". El traerá contra ellos poderosos extraños, cuyo progreso nada puede detener, los cuales llevarán al pueblo al cautiverio. Habrá tristeza y luto en la tierra, y la luz de sus cielos se oscurecerá. En primera instancia serán Nabucodonosor, e incluso Senaquerib, pero aún más plenamente serán las naciones que vengan contra Jerusalén en los últimos días, y la capturen, después de haberla conquistado e invadido toda la tierra. Tendremos los detalles de esto más adelante.

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