19. Para el Hijo de Dios Aquí tenemos la prueba, porque su predicación (283) no contenía nada más que a Cristo solo, quien es la verdad eterna e inmutable de Dios. La cláusula predicada por nosotros es enfática. Porque, como puede ser, y a menudo sucede, que Cristo está desfigurado por las invenciones (284) de los hombres, y está adulterado, por así decirlo, por Con sus disfraces, declara que no había sido para él ni para sus asociados, sino que sinceramente y con una integridad apropiada, había presentado a Cristo puro y sin disfraz. Por qué es que no menciona a Apolos, aunque menciona su nombre Timoteo y Silvano, no aparece exactamente; a menos que la razón sea, como es probable, que cuanto más asaltaban los individuos las calumnias de los malvados, (285) él era tanto más cuidadoso de defiéndelos.

En estas palabras, sin embargo, él insinúa que toda su doctrina se resumió en un simple conocimiento de Cristo, ya que en realidad todo el evangelio está incluido en él. Por lo tanto, los que van más allá de los límites debidos, que enseñan cualquier otra cosa que no sea solo Cristo, con cualquier muestra de sabiduría, de lo contrario, podrían estar hinchados. Porque como él es el fin de la ley, (Romanos 10:4), él es la cabeza - la suma - en fin, la consumación - de toda doctrina espiritual.

En segundo lugar, él insinúa que su doctrina respecto a Cristo no había sido variable, ni ambigua, para presentarlo de vez en cuando en una nueva forma a la manera de Proteus; (286) ya que algunas personas hacen su deporte hacer cambios en él, (287) como si lanzaran una pelota de un lado a otro con la mano, simplemente con el fin de mostrar su destreza. Otros, con el fin de obtener el favor de los hombres, lo presentan bajo diversas formas, mientras todavía hay otra clase, que inculcan un día lo que al siguiente se retraen por miedo. Tal no fue el Cristo de Pablo, ni el de ningún verdadero apóstol (288) ser tal. Aquellos, en consecuencia, no tienen motivos para jactarse de que son ministros de Cristo, que lo pintan en varios colores con miras a su propio beneficio. Porque solo él es el verdadero Cristo, en quien aparece ese sí uniforme e invariable, que Pablo declara que es característico de él.

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