5. Y, cuando Aarón lo vio, construyó un altar delante de él. Cuando ve a la gente tan enfurecida que se desespera de poder resistir su conspiración, en una pérfida cobardía deja paso al cumplimiento. Y este fin espera a todos aquellos que no se atreven ingenua y firmemente a mantener lo que es correcto, sino que negocian, por así decirlo, y descienden a compromisos; porque, después de haber vacilado durante un tiempo, (332) sucumben por completo, para no encogerse de nada, por indignos y vergonzosos que sean. Parece, de hecho, con su proclamación elevar sus mentes a la adoración del Dios verdadero; pero, cuando está violando la ley que se acaba de dar, es una objeción miserable proteger su culto ofensivo y degenerado bajo el sagrado nombre de Dios.

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