Y edificó Aarón un altar delante de él, y proclamó una fiesta: una fiesta de dedicación; sin embargo, lo llama fiesta para Jehová; pues, a pesar de lo brutal que eran, no se proponían poner fin a su adoración en la imagen; pero lo hicieron para una representación del Dios verdadero, a quien tenían la intención de adorar en y a través de esta imagen. Y, sin embargo, esto no los excusó de la idolatría grosera, como tampoco excusará a los papistas, cuya súplica es que no adoran la imagen, sino a Dios por la imagen; haciéndose así mismos idólatras como los adoradores del becerro de oro, cuya fiesta era una fiesta para Jehová, y proclamada que era así, para que los más ignorantes e irreflexivos no pudieran confundirlo.

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