26. Bendito sea el Señor, Dios de Sem. Noé bendice a sus otros hijos, pero de manera diferente. Pues coloca a Sem en el puesto más alto de honor. Y esta es la razón por la que Noé, al bendecirlo, se desborda en alabanza a Dios, sin ceñirse a la persona del hombre. Porque los hebreos, cuando hablan de alguna excelencia rara y trascendente, elevan sus pensamientos a Dios. Por lo tanto, el hombre santo, al percibir que la gracia más abundante de Dios estaba destinada a su hijo Sem, se eleva en acción de gracias. De ello inferimos que habló no desde la razón carnal, sino que trató de los favores secretos de Dios, cuyo resultado se deferiría a un período remoto. En última instancia, con estas palabras se declara que la bendición sobre Sem sería divina o celestial.

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