5. Y ciertamente la sangre de sus vidas requeriré. En estas palabras, el Señor declara más explícitamente que no prohíbe el uso de sangre en consideración a los propios animales, sino porque considera preciosa la vida de los hombres: y porque el único fin de su ley es promover el ejercicio de la humanidad común entre ellos. Por lo tanto, pienso que Jerónimo, al traducir la partícula אך (ach) como 'porque', ha hecho mejor que aquellos que lo leen como una disyuntiva adversativa; ‘de lo contrario, requeriré su sangre’; sin embargo, literalmente puede traducirse mejor así: ‘Y verdaderamente su sangre.’ (290) Todo el contexto debe leerse de esta manera, en mi opinión: ‘Y verdaderamente su sangre, que está en sus vidas, o que es como sus vidas, es decir, que vivifica y anima, en lo que respecta a su cuerpo, requeriré: de la mano de todos los animales la requeriré; de la mano del hombre, de la mano, digo, del hombre, su hermano, requeriré la vida del hombre.’ La distinción por la cual los judíos establecen cuatro tipos de homicidio es frívola; pues he explicado el sentido simple y genuino, a saber, que Dios valora tanto nuestra vida que no permitirá que el asesinato quede impune. Y lo inculca en palabras tan claras para que la crueldad de aquellos sea más detestable, que atentan contra la vida de sus prójimos. Y no es una prueba común del amor de Dios hacia nosotros, que él se encarga de defender nuestras vidas y declara que será el vengador de nuestra muerte. Al decir que exigirá castigo a los animales por la vida de los hombres violada, nos lo presenta como ejemplo. Porque si, en favor del hombre, está enojado con las criaturas irracionales que son llevadas por un impulso ciego a alimentarse de él; ¿qué, suponemos, sucederá con el hombre que, injusta y cruelmente, y en contra del sentido de la naturaleza, se abalanza sobre su hermano?

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