5. Y había en Jerusalén. Cuando los llama hombres piadosos o religiosos, parece darnos a entender que vinieron a Jerusalén para adorar a Dios; como Dios, en todas las épocas, después de la dispersión en el extranjero, reunió en esa ciudad algunas semillas que quedaron, por así decirlo, colocaron su estandarte, porque todavía el templo sirvió para algo. Sin embargo, sin embargo, muestra, por cierto, quiénes son los que se benefician de esos milagros, mediante los cuales Dios declara su poder. Para los hombres malvados y profanos, o se ríen de ellos, o de lo contrario no se preocupan por ellos, como veremos poco a poco. Además, tenía la intención de citar a aquellos como testigos, lo que se puede creer mejor por su religión y piedad. Cuando dijo que, de todas las naciones, se refería a diversos países, de los cuales uno está lejos de otro. Porque también después calcula aquellas tierras de las cuales una estaba muy distante de la otra, de las cuales Libia y Ponto, Roma y Partia, y Arabia, y similares. Esto sirve para aumentar la grandeza de la cosa. Para los cretenses y los hombres de Asia, habitar tan juntos, podría tener alguna probabilidad y acuerdo en el habla; (85) pero lo mismo no podría ser entre los italianos y los hombres de Capadocia, entre los árabes y los del Ponto. Sí, esta fue también una obra de Dios digna de ser recordada y maravillada, que en una dispersión tan grande y horrible en el extranjero, siempre reservó algunas reliquias, sí, hizo que ciertos extraños se unieran a un pueblo que estaba en tal miseria y, por así decirlo, bastante destruido. Porque aunque vivían aquí y allá en el exilio en países lejanos, y estando uno lejos de otro, habitaban, por así decirlo, mundos diversos, pero mantenían entre ellos la unidad de la fe. Tampoco los llama desaconsejados, y sin una buena consideración, hombres piadosos y hombres que preparan a Dios.

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