17. Y la luz de Israel será para fuego. Hay una elegante alusión a esa quema por la cual amenazó con consumir a los asirios. En el fuego hay dos cosas, luz y calor. Como el Señor consume a los enemigos con su calor, también ilumina a los piadosos con su luz. Es muy habitual que a veces a Dios se le llame fuego devorador (Deuteronomio 4:24) y, a veces, desde un punto de vista diferente, se le llama luz (Isaías 60:20; Miqueas 7:8,) porque su poder produce efectos contrarios en lo santo y lo impío. Cuando brilla sobre los piadosos, les imparte vida y alimento, pero consume y destruye a los impíos. En una palabra, mientras amenaza con destruir a los asirios, también brinda consuelo a los piadosos; y lo hace de dos maneras, primero, porque verán que Dios se venga de las heridas que han recibido y, en segundo lugar, que serán alentados por su luz, y así recibirán una nueva vida.

Y su Santo por una llama. Lo que esa luz es, dice claramente, y sin una metáfora, cuando agrega, su Santo, de modo que no es necesario hacer una exposición más prolongada. El significado es que él determina proteger a las personas que ha elegido, y que ha separado del resto de las naciones para ser un pueblo peculiar para sí mismo.

Y devorará sus espinas y abrojos en un día. Ahora muestra que el favor de Dios, que brilla en Israel, será como un fuego para consumir enemigos. En un día significa que los quemará con una repentina e inesperada conflagración. Denota una quema inusual y terrible, que generalmente alcanza a los malvados de repente, cuando piensan que todo está bien con ellos y que el peligro está a una gran distancia. Luego muestra que, sean cuales sean las defensas que presenten, serán como un remolque que, tan pronto como se incendie, se consumirá instantáneamente.

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