10. Lo he probado. El Señor muestra que ejerce tal moderación al castigar a su pueblo, que hace provisión para su salvación. Anteriormente había dicho que los había ahorrado o que les ahorraría, porque tenía en cuenta su gloria. Ahora declara que realmente les pone franjas, pero de tal naturaleza que les puede ser útil; porque es con el propósito de "probar y tratar" que los castiga, y nosotros "demostramos" lo que no deseamos perder. Como, por lo tanto, tiene este fin a la vista, se deduce que hace provisión para nuestra salvación. Además, es a modo de anticipación que menciona la "prueba", para que nadie se oponga a que la paciencia de Dios no haya aparecido, en absoluto, en medio de tan severas aflicciones. Por lo tanto, el Profeta se presenta temprano para enfrentar esta objeción, y señala que, aunque Dios no permite que su pueblo se libere por completo, sin embargo, trata con gentileza con ellos.

Y no como la plata. Agrega que no "nos prueba como a la plata", porque deberíamos estar completamente consumidos; porque "plata" contiene algo que es puro, pero en nosotros no se encontrará nada más que paja; e incluso si Dios no nos hizo "plata", deberíamos ser reducidos, como paja o rastrojo, a cenizas y a nada. El castigo mismo indudablemente no sacará nada que sea puro. Por consiguiente, en la "prueba" misma, el Señor considera lo que podemos soportar, para no proceder más allá de toda medida; y, al mismo tiempo, por la influencia secreta de su Espíritu, hace que esos castigos sean rentables para nosotros, que de otro modo habrían sido destrucción.

Yo te he escogido en horno de aflicción. "Elegir" significa aquí "distinguir". "Elegimos" aquello que deseamos preservar y defender, como dijo anteriormente en el mismo sentido:

"Elegir lo bueno y rechazar lo malo". (Isaías 7:15.)

Por esta palabra, por lo tanto, muestra cuán amplia es la diferencia entre el castigo que se inflige a los hombres buenos y el que sufren los hombres malvados, y que termina en su destrucción. Nosotros, por otro lado, aunque el Señor nos fastidia y nos atraviesa, somos aceptados por él; y él conserva su amabilidad hacia nosotros en medio de las aflicciones, e incluso nos hace salir de ellas más plenamente probados, y ser para él un sacrificio de buen gusto. En una palabra, quiere decir que Dios, incluso cuando parece abandonar a su pueblo a la destrucción, todavía es amable con ellos.

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