Aquí el Profeta se ríe para despreciar la tonta confianza con la que los falsos profetas estaban hinchados, cuando prometieron toda felicidad a tiempo. Por lo tanto, dice que no se les debía creer la prosperidad que profetizaban, sino que, por el contrario, deberían haber temido el castigo más grave.

Luego dice: si son profetas, que intercedan con Jehová, para que lo que quede no se lo quite de Jerusalén. Prometieron el regreso de las embarcaciones, que ya se habían llevado a Babilonia; y, sin embargo, lo que aún quedaba en el Templo y en el palacio del rey y en toda la ciudad, debía ser trasladado a Babilonia. Ahora percibimos el diseño del Profeta; compara el futuro con el pasado y muestra que estos impostores prometieron tontamente un mejor estado de cosas, incluso cuando el juicio de Dios era inminente sobre ellos; porque la ciudad y el templo estaban condenados a la ruina entera. El verbo פגע, pego, significa encontrarse, ir a encontrarse, y se toma metafóricamente en el sentido de interceder; porque el que se encuentra con uno como intercesor, de alguna manera restringe al oponente; y la Escritura usa esta palabra, cuando habla de los santos como suplicando a Dios; La palabra apropiada es interceder. (189)

De este pasaje aprendemos que estas dos cosas están unidas: enseñar y orar. Entonces Dios tendría a aquel a quien ha puesto un maestro en su Iglesia, para que sea asiduo en la oración. Y así dijeron los Apóstoles, cuando hablaron de nombrar diáconos, que no podían asistir a las mesas; porque dijeron que estaban suficientemente comprometidos con la enseñanza, y mencionaron también oraciones. (Hechos 6:2.) Lo mismo también aprendemos de este lugar, donde Jeremías atribuye el oficio de interceder a los verdaderos y fieles siervos de Dios que cumplieron concienzudamente el oficio de enseñanza; Si son profetas, dice, intercedan con Jehová para que no se lleven los vasos restantes. Observemos al mismo tiempo la definición que da; porque con esto también muestra quiénes deben ser contados verdaderos profetas, incluso aquellos que tienen la palabra de Dios, como hemos encontrado en otras partes,

"El Profeta que tiene un sueño y que tiene mi verdadera palabra, que diga mi palabra". (Jeremias 23:28)

Dijimos por estas palabras del Profeta que puede determinarse quiénes son los que merecen ser llamados profetas, incluso aquellos que tienen la palabra de Dios. Jeremías confirma lo mismo aquí cuando dice: si son profetas, y si la palabra de Jehová está con ellos. Estas dos cláusulas deben leerse juntas, ya que la última es exegética o explicativa de la primera. Pero ahora no puedo terminar todo, por lo tanto, debo aplazar el resto hasta mañana.

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