25. Te lo he dicho. Nuestro Señor Jesús (299) no oculta que él es el Cristo, y sin embargo no les enseña como si estuvieran dispuestos a aprender, sino que los reprocha con obstinada malicia, porque, aunque habían sido enseñados por la palabra y las obras de Dios, aún no habían progresado. En consecuencia, que no lo conocen, él los imputa a su propia culpa, como si dijera: "Mi doctrina se entiende fácilmente, pero la culpa recae en ti, porque resistes maliciosamente a Dios".

Los trabajos que hago. Habla de sus obras para condenarlas por ser doblemente obstinadas; porque, además de la doctrina, tenían un testimonio sorprendente en sus milagros, si no hubieran sido desagradecidos con Dios. Él repite dos veces las palabras: No crees, para probar que, por su propia voluntad, eran sordos a la doctrina y ciegos a las obras; lo cual es una prueba de malicia extrema y desesperada. Él dice que hizo las obras en nombre de su Padre; porque su diseño era, para testificar el poder de Dios en ellos, por el cual podría declararse abiertamente que él vino de Dios.

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