23. Para que todos los hombres puedan honrar al Hijo. Esta cláusula confirma suficientemente la sugerencia que hice hace un poco, que cuando se dice que Dios reina en la persona de Cristo, esto no significa que repose en el cielo, como suelen hacer los reyes indolentes, sino porque en Cristo él manifiesta su poder y se muestra presente. ¿Cuál es el significado de estas palabras, para que todos los hombres puedan honrar al Hijo, pero que el Padre desee ser reconocido y adorado en el Hijo? Nuestro deber, por lo tanto, es buscar a Dios el Padre en Cristo, contemplar su poder en Cristo y adorarlo en Cristo. Porque, como sigue inmediatamente, el que no honra al Hijo priva a Dios del honor que se le debe. Todos admiten que debemos adorar a Dios, y este sentimiento, que es natural para nosotros, está profundamente arraigado en nuestros corazones, de modo que ningún hombre se atreve absolutamente a negarle a Dios el honor que se le debe; sin embargo, las mentes de los hombres se pierden al buscar a Dios. De ahí tantas deidades fingidas, de ahí tantos modos perversos de adoración. Por lo tanto, nunca encontraremos al Dios verdadero sino en Cristo, ni lo adoraremos correctamente sino besando al Hijo, como David nos dice, (Salmo 2:12;) porque, como Juan declara en otro lugar,

El que no tiene al Hijo no tiene al Padre, ( 1 Juan 2:23.)

Los mahometanos y los judíos ciertamente adornan con hermosos y magníficos títulos al Dios a quien adoran; pero debemos recordar que el nombre de Dios, cuando está separado de Cristo, no es más que una vana imaginación. Quien quiera que su adoración sea aprobada por el Dios verdadero, no se aparte de Cristo. Tampoco fue de otra manera con los Padres bajo la Ley; porque aunque veían a Cristo oscuramente bajo las sombras, Dios nunca se reveló fuera de Cristo. Pero ahora, dado que Cristo se ha manifestado en la carne y designado para ser Rey sobre nosotros, el mundo entero debe doblar la rodilla hacia él, para obedecer a Dios; porque el Padre lo hizo sentarse a su mano derecha, el que forma una concepción de Dios sin Cristo le quita la mitad.

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