3. Están separados, siendo malvados desde el útero. Él aduce, en agravante de su carácter, la circunstancia de que no eran pecadores de fechas recientes, sino personas nacidas para cometer pecados. Vemos a algunos hombres, de otra manera no tan depravados en su disposición, que son atraídos a cursos malvados a través de la ligereza mental, o el mal ejemplo, o la solicitud de apetito u otras ocasiones de tipo similar; pero David acusa a sus enemigos de ser leudados con maldad desde el útero, alegando que su traición y crueldad nacieron con ellos. Todos venimos al mundo manchados de pecado, poseídos, como la posteridad de Adán, de una naturaleza esencialmente depravada e incapaz, en nosotros mismos, de apuntar a cualquier cosa que sea buena; pero hay una restricción secreta sobre la mayoría de los hombres que les impide proceder a todos los tramos en iniquidad. La mancha del pecado original se extiende a toda la humanidad sin excepción; pero la experiencia demuestra que algunos se caracterizan por la modestia y la decencia del comportamiento externo; que otros son malvados, sin embargo, al mismo tiempo, dentro de los límites de la moderación; mientras que una tercera clase está tan depravada en su disposición como para ser miembros intolerables de la sociedad. Ahora, es esta maldad excesiva, demasiado marcada para escapar de la detestación incluso en medio de la corrupción general de la humanidad, lo que David atribuye a sus enemigos. Los estigmatiza como monstruos de iniquidad.

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