Deu. 12:5. Dios se abstuvo de elegirle un lugar en Israel para Su habitación estable para poner Su nombre allí hasta los días de David, lo cual fue una manifestación del desagrado de Dios contra ese pueblo por sus frecuentes transgresiones y apostasías. Rehusó establecer Su morada entre ellos mientras permanecieran tan inestables en Su servicio y tan perversos en sus caminos; pero caminaba en una tienda y en un tabernáculo como si estuviera listo para partir, o al menos sin saber si quedarse con ellos o no, y sin embargo, en Su gran bondad, detestaba dejarlos; pero finalmente se apartó realmente de ellos, cuando abandonó el tabernáculo de Silo.

Pero recordando su pacto con Abraham, Isaac y Jacob, volvió otra vez, pero luego se quedó en la frontera de la tierra, como para ver si se reformarían o no antes de que Él entrara de nuevo entre ellos. Pero cuando en un largo juicio se demostró que nunca parecían dignos de que Él estuviera con ellos, finalmente apareció David, un gran Mediador típico. Dios, por su causa, entró en medio de la tierra, y escogió un lugar para Él en Israel "para poner allí Su nombre", y estableció allí Su morada, y en lugar de una tienda habitó en un templo.

Dios le habla de ello a David como un ejemplo de su peculiar favor hacia él, que finalmente consintió en establecer su morada; que Él nunca había movido tal cosa antes. David había hablado de tener una casa construida para él (2 Sam. 7), y allí Dios declara que por su causa Él mostraría favor a Israel, y los plantaría para que pudieran habitar en un lugar propio, etc.; ya menudo se menciona después como la razón por la que no desechó a Israel.

Este es otro ejemplo en el que Dios aplazó el cumplimiento de lo que, según la forma de la predicción, se esperaba que se cumpliera inmediatamente después de que se establecieran en su propia tierra (ver nota en el cap. 11:24, supra), porque David parecía esperar un cumplimiento inmediato de las cosas gloriosas que traería el Mesías al regreso de los judíos de Babilonia (ver Deuteronomio 9:23 ; Deuteronomio 9:24 ). Así que los cristianos primitivos parecían esperar que la última venida de Cristo acompañara la destrucción de Jerusalén.

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