παίσῃ aquí, como ἐπάταξεν Santiago 4:7 , representa LXX, tr. de נכה en sentido de mordedura de reptil; el escorpión con su cola de largos colmillos pica a la presa que ya ha agarrado con sus garras ( cf. Sen. Hercul. 1218). Los escorpiones eran un símbolo natural para los oponentes viciosos y peligrosos ( cf.

Ezequiel 2:6 ; Lucas 10:9 ), cuyos ataques siempre eran dolorosos y podían ser mortales. “La picadura no es peligrosa… La parte herida palpita con entumecimiento y dolor hasta el tercer día, no hay mucha hinchazón” (Doughty, Ar. Des. i. 328). Pero los efectos no siempre fueron tan leves (Arist. HN ix. 29).

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento