Pero no se le permitió ir sola: οἱ οὖν… ἐκεῖ. Los judíos que estaban con ella en la casa consolándola interpretaron su repentino movimiento como una de esas urgentes exigencias de dolor a las que ya, sin duda, la habían visto ceder, y con sincera simpatía ( Juan 11:33 ) la siguieron.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento