Ilustraciones del pecado y del juicio derivadas de la historia y de la naturaleza . El juicio inminente sobre estos hombres es atestiguado por hechos bien conocidos del pasado, y puede ser ilustrado por los fenómenos de la naturaleza. Dios mostró Su misericordia al liberar a los israelitas de Egipto, pero eso no fue garantía contra su destrucción en el desierto cuando volvieron a pecar por incredulidad. Los ángeles fueron bendecidos más que todas las demás criaturas, pero cuando demostraron ser infieles a su cometido, fueron encarcelados en la oscuridad, esperando allí el juicio del gran día.

Los hombres de Sodoma (vivían en una tierra de gran fertilidad, habían recibido algún conocimiento de Dios a través de la presencia y la enseñanza de Lot, recientemente habían sido rescatados del cautiverio por Abraham, sin embargo) siguieron el ejemplo pecaminoso de los ángeles, y su tierra sigue siendo presa del fuego, dando testimonio del castigo eterno del pecado. A pesar de estas advertencias, los herejes, que ahora están encontrando su camino hacia la Iglesia, persisten en sus alucinaciones salvajes, entregándose a los deseos de la carne, despreciando la autoridad y vituperando las dignidades angelicales.

Se les podría haber enseñado mejor con el ejemplo del arcángel Miguel, de quien se nos dice que, cuando disputó con el diablo sobre el cuerpo de Moisés, no pronunció ninguna palabra de injuria, sino que apeló a Dios. Estos hombres, sin embargo, se burlan de lo que está más allá de su conocimiento, mientras se entregan como bestias brutas a la guía de sus apetitos, y así provocan su propia destrucción, siguiendo la estela del impío Caín, del codicioso Balaam y del rebelde Coré.

Cuando toman parte en vuestras fiestas de amor, provocan el naufragio de los débiles con su libertinaje e irreverencia. En la grandeza de su profesión y su pequeñez en la ejecución se asemejan a nubes impulsadas por el viento que no dan lluvia; o árboles en otoño en los que en vano se busca fruto, y que sólo sirven para combustible. Con su hablar confiado y su descarada seguridad parecen llevar todo delante de ellos; sin embargo, como las olas que rompen en la orilla, el depósito que dejan es solo su propia vergüenza. O podríamos compararlos con meteoros que brillan por un momento y luego se extinguen para siempre.

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