versión 13. Pero los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Tenemos aquí, a modo de contraste con la vida y la experiencia de los que viven piadosamente en Cristo, un retorno a los personajes miserables discutidos anteriormente de los representantes modernos de los magos egipcios. Porque el lenguaje empleado es estrictamente aplicable solo a tales: hombres malvados y γόητες no tenemos un sinónimo preciso para ello; engañadoreses demasiado general, aunque debemos tomarlo a falta de uno mejor; pero la palabra es expresiva de una clase específica de engañadores, la clase de magos, hechiceros, taumaturgos o hacedores de milagros, como se los llamaba de diversas formas, que mediante hábiles juegos de manos, conjuros misteriosos y consumada hipocresía, obraron sobre las esperanzas y miedos de los crédulos.

Al nombrarlos, claramente no se debe entender que el apóstol está introduciendo una nueva clase, porque tienen los rasgos mismos de los ya descritos y denunciados; pero su curso de vida y sus frutos ahora se colocan frente a los de los verdaderos seguidores de Cristo. ¡Qué diferente! Viviendo en un elemento de engaño, ellos mismos llegan a ser engañados; su pecado se convierte en su lazo y su castigo: de modo que, en la medida en que son capaces de progresar, el progreso es de mal en peor; y si su forma de vida es tal que los salva de la persecución de parte de otros, trae recompensas del mal mucho más temibles, y éstas preparadas por sus propias manos.

La afirmación de Huther de que el término γόητες en este pasaje se aplica solo en una especie de sentido secundario o figurado a las partes en cuestión, que simplemente las representa ejerciendo una especie de poder mágico sobre sus seguidores débiles, especialmente mujeres, es sin fundamento. El uso incondicional de tal término no puede entenderse justamente de otra manera que identificándolos con los astutos y sin escrúpulos profesantes del arte mágico.

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