Mas ahora, libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por fruto la santidad, y por fin la vida eterna.

Para el maestro abstracto designado anteriormente, a saber, la justicia, Pablo aquí sustituye a Dios mismo; porque en Cristo es al Dios vivo el creyente está unido. La forma de expresión usada por Pablo, traducida literalmente, sería: “Vosotros tenéis vuestro fruto en dirección a la santidad”. Es al estado de santidad al que sois llevados. Tal, de hecho, es el resultado de la acción mantenida constantemente en dependencia de Dios. Cada deber cumplido es un paso en el camino al final del cual el siervo de Dios ve brillar el sublime ideal de ἁγιασμός, la santidad completa.

A este fruto Dios se complace en añadir lo que Pablo llama el fin: la vida eterna. Además de la santidad, esta expresión abarca la gloria, la felicidad imperecedera, la actividad perfecta.

En Romanos 6:23 el apóstol resume en unos pocos trazos definidos esos dos cuadros contrastados.

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