4 La acusación contra toda la humanidad es que todos pecan y están privados de la gloria de Dios (Rom_3:23). Dios garantiza dar gloria y honra e incorrupción a todos los que perseveren en las buenas obras. Nuestro Señor es el único que puede reclamar la recompensa. Él es el único que glorificó a Dios en la tierra. Él es el único que realizó la obra que Dios le encomendó. Por lo tanto, parece perfectamente natural que Él demande la glorificación. Sin embargo, Él no pide la gloria que merece Su obra, sino la gloria que Él tuvo antes de que el mundo sea. Él deja Su recompensa con Dios mismo. Los santos serán una parte preciosa de ella.

6 Los nombres hebreos solían ser los más expresivos del carácter, la vida o el ministerio. Incluso hablamos de un "nombre" bueno o malo, refiriéndose más al carácter que al sonido o significado. Entre los judíos, al nombre de su Dios se le daba el honor debido a la deidad, por lo que nunca se pronunciaba. Cristo manifestó el nombre de Dios mostrando Sus atributos en Su vida y conducta. Es un pensamiento precioso considerar a los discípulos como un don del Padre a su Hijo.

Como tales, Él los valoró, no solo por ellos mismos, sino por el Dador. Es este entretejido de vidas humanas en los afectos de Dios y Su Cristo lo que debería darnos la mayor causa de confianza y consuelo. Nuestras pequeñas vidas están ligadas al amor de Dios por Su Hijo y la respuesta del Hijo al Padre. Como dice (10), todos los suyos pertenecen a Dios,

y todos los de Dios son Suyos. Es una gran cosa tener un Dios. Pero es mucho mayor conocernos a nosotros mismos como la valiosa posesión de Dios y Su Amado.

10 La gloria consiste en la estima en que somos tenidos por los demás. Cristo no tenía entonces gloria en el mundo, pero en los Suyos era más estimado que nunca la suerte del hombre, y ha sucedido que, aun en el mundo que lo rechaza y repudiaba Su enseñanza, Su nombre es puesto sobre el pináculo de la gloria moral.

11 Parece evidente que, en espíritu, el Señor está más allá de la cruz. Allí fue que Él terminó Su obra (4), y hasta entonces Él todavía estaba en el mundo.

19 Que la santidad, o santificación, no es esencialmente una limpieza del pecado es evidente a partir de esta declaración, porque nuestro Señor no se limpiaría a sí mismo de su propio pecado, porque no tenía ninguno, y no fue limpiado, sino que cargó con los pecados de otros. Cuando el sacerdote era consagrado, sus manos estaban llenas del sacrificio. La santidad real consiste en una ocupación positiva con las cosas de Dios, en lugar de una ausencia negativa de pecado.

22 Aquí se define la unidad que existe entre el Hijo y el Padre, porque Él desea la misma unidad para sus discípulos. Es una unidad de espíritu y una comunidad de intereses lo que caracterizó a los primeros discípulos. Esta es la unidad que existe entre el Hijo y el Padre. No hay pensamiento de identidad. Cuán distintos eran en la voluntad, que es el elemento vital de la personalidad, se verá un poco más tarde, en el jardín de Getsemaní, donde la voluntad de Cristo no estaba en armonía con la de Dios. La cruz no fue Su voluntad, sino la subordinación de ésta a Su Padre.

23 Es con corazones sobrecogidos y pies descalzos que entramos en el recinto puro del amor de Dios por Su Hijo. Nos sentimos muy indignos de escuchar tales secretos sagrados. Antes de la perturbación, antes de que el pecado o el dolor o un solo suspiro arrojaran sus sombras sobre esta escena, nació el amor de Dios por Su Hijo. Él vino al mundo, no para ganar el amor de Dios, sino en respuesta a él. Todo su ministerio fue una exhibición de ello y un llamamiento a una respuesta adecuada.

Ahora Él revela toda su fuerza, cuando declara que Dios los ama como lo amó a Él. Pocos de sus seguidores en ese momento, o incluso después de la ayuda esclarecedora del espíritu que él había prometido, entraron en la plenitud de esta maravillosa manifestación de los afectos de Dios.

1 Las visitas a este jardín parecen haber sido el único placer que el Señor se permitía durante Su ministerio. En el árido Oriente, un jardín regado es un lugar encantador en contraste con su entorno. ¡Qué triste que esto sea testigo de la terrible agonía, en lugar de brindar descanso y refrigerio!

1-3 Comparar Mat_26:36-50; Mar_14:32-46; Lucas 22:39-48.

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