Cualquiera que confiese que Jesús es el Hijo de Dios , etc. Él aquí mantiene la divinidad de Cristo porque Ebion, Cerinthus y muchos otros en ese momento la impugnaron. Esto es como si fuera una conclusión extraída del versículo anterior. Como si dijera, Cristo es el Salvador del mundo. Quien, pues, cree en él, y confiesa firmemente su fe, Dios permanece en él, y él en Dios.

Permanece, digo, en una fe y una confesión verdaderas y vivas, que incluyen la caridad y que obran por el amor. Como dice S. Agustín: "Todo aquel que confiesa, no de palabra, sino de obra, no de lengua, sino de vida. Porque muchos confiesan de palabra, pero niegan con sus obras".

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Antiguo Testamento