Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Esto anticipa una posible objeción de los gálatas de que aparentemente solo habían cambiado un yugo por otro más pesado, bajo el cual tenían que pelear constantemente una batalla tediosa y fastidiosa. A esto responde el Apóstol que si eran guiados por el Espíritu, no eran esclavos de la concupiscencia, sino sus amos, y por tanto no estaban bajo la ley, por cuanto guardaban sus provisiones no por temor, sino por hacer espontáneamente lo que mandaba, y refrenando los movimientos de concupiscencia prohibidos por ella.

Los gálatas no estaban, dice S. Pablo, bajo la ley como una fuerza compulsiva, y mucho menos bajo ella como acusación y condenación, sino que estaban bajo ella como obligación de la conciencia. Aun así, sin embargo, guardaron la ley por su propia voluntad, y así podría decirse que están fuera de la ley, o por encima de la ley; no bajo ella, sino bajo el Espíritu. Por eso, después de enumerar los frutos del Espíritu, añade: Contra tales frutos no hay ley.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento