Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. [En la medida en que el Espíritu triunfa dentro de nosotros, en la medida en que somos libres de sentir la presencia de la ley. Mientras tengamos dos voluntades somos sensibles al conflicto, y por lo tanto a la restricción de la ley, pero cuando nuestra naturaleza se sumerge en la voluntad del Espíritu, de modo que hay una sola voluntad dentro de nosotros, entonces perdemos toda conciencia de restricción.

Llegamos a esa verdadera regla de la libertad que Agustín condensa en la frase: "Ama a Dios y haz lo que te plazca". Dios mismo lleva una vida de justicia perfecta, pero nunca se puede decir que Dios está bajo la ley. Él no conoce otra ley que su propia elección, pero su elección es siempre justicia debido a la perfecta santidad de su carácter. Así que el cristiano debe esforzarse por poner su propia voluntad en un acuerdo tan perfecto con la voluntad del Espíritu que no sienta la restricción de la ley sobre él.]

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