Porque la carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne; porque estos son contrarios el uno al otro; para que no hagáis las cosas que queréis. [El cristiano está bajo la guía del Espíritu, y el Espíritu lo impulsa continuamente a imitar al Padre que lo ha adoptado, y al Cristo que ha muerto por él. Ahora bien, cualquiera que se someta a la guía del Espíritu, no cederá a los deseos de la carne que sabe que desagradan a Dios.

Pero él será tentado a ceder a esos deseos, porque hay un conflicto interno que siempre se libra dentro de él en el cual la carne contiende con el Espíritu, y el Espíritu con la carne, cada uno deseando obligar al hombre a cumplir su voluntad. Y así sucede que no podéis hacer las cosas que querríais, porque hay dos voluntades dentro de vosotros, y una u otra de ellas debe ser subyugada y defraudada.]

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