Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contrario a la carne, y estos son contrarios el uno al otro, de modo que no podéis hacer lo que queréis.

(i) Porque la carne habita incluso en el hombre regenerado, pero el Espíritu reina, aunque no sin grandes conflictos, como se establece en gran parte en (Romanos 7: 1-25).

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