Fue María quien ungió al Señor con ungüento y le secó los pies con sus cabellos ( Lucas 7:37 ). He mostrado que la María que dos veces, o como dicen algunos, tres veces, ungió a Cristo, era sin duda la misma María Magdalena; aunque unos piensan que eran dos, y otros tres.

cuyo hermano Lázaro estaba enfermo. Juan agrega esto, para sugerir una causa para la resurrección de Lázaro, a saber, que él era el hermano de la Magdalena, quien era totalmente devota de Jesús, y le rogó que resucitara a su hermano Lázaro.

Por eso enviaron sus hermanas , etc. Cirilo, Teofilacto y Leoncio piensan que estas son palabras de asombro y como de una persona que se pregunta: ¿Cómo es posible que alguien a quien amas, Señor, que tienes el poder de la vida y la muerte, sea abatido por la enfermedad? ¿Cómo se ha atrevido la enfermedad a atacar a quien está lleno de amor por Ti? y ¿cómo puede la debilidad retener a aquel en quien mora tu amor?

Otros, más simplemente, piensan que las hermanas lo han dicho por fe y confianza. Como S. Agustín, y de él Beda: No dijeron: Ven, porque al que amaba le bastaba anunciar el hecho. No se atrevieron a decir: Ven y sana; no se atrevieron a decir: Da la orden allí, y aquí se hará, porque ¿por qué no será así con ellos, si la fe de aquel centurión es alabada al hablar así? Porque dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas di solamente la palabra, y mi criado sanará.

Ninguna de estas cosas dijeron ellos; pero sólo, Señor, aquel a quien amas está enfermo ; basta que lo sepas; ¡porque no amarás y dejarás desatendido! Esta es pues la oración implícita, pero oculta e implícita, porque significa la necesidad y el deseo de ayuda; lo cual es a menudo más eficaz que una solicitud abierta, porque es más humilde, modesto, confiado y confiado. Así sacado del Tratado de la Oración de Santo Tomás Suárez.

Por lo tanto, esta petición de las hermanas muestra, primero, una gran fe; porque no dicen: Ven, apresúrate, no sea que la muerte te acompañe antes. Porque creen que Cristo es capaz de curar incluso cuando está ausente; sí, aun para resucitar a los muertos. Entonces Cirilo, Teofilacto, Ruperto. En segundo lugar, gran confianza, en que confiaban en que Cristo, al solo oír la enfermedad, le daría remedio, por lo que no multiplican las palabras y las peticiones.

En tercer lugar, gran amor: he aquí a quien amas ; como si dijeran: Tú nos amas, y nosotros a ti: al que ama le basta anunciar el peligro del amado. Porque el amor supera todas las oraciones. En cuarto lugar, resignación; porque se resignan enteramente a la providencia de Cristo, que en cuanto a la enfermedad y al que sufre, Él debe ordenar y disponer como conviene a Su providencia y amor. Por lo tanto, esta oración de ellos fue eficaz, y debe ser utilizada e imitada con frecuencia por nosotros.

En sentido figurado, Rabano y de él la Glosa: Lázaro, dice, es pecador y es amado por el Señor; porque no ha venido a llamar a justos, sino a pecadores; las hermanas son hombres santos, o de buenos pensamientos, que oran por la liberación de los pecados.

Por último, las hermanas no fueron ellas mismas a Jesús, sino que enviaron mensajeros, ya sea porque eran mujeres, a quienes correspondía el cuidado de la casa, y para quienes un largo viaje no habría sido adecuado; y porque su hermano Lázaro, que estaba al borde de la muerte, necesitaba su ayuda; y porque, confiando en la bondad y el amor de Cristo, consideraron suficiente un mensajero. Así S. Crisóstomo, Cirilo y Eutimio.

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