Entonces el mayordomo dijo dentro de sí: ¿Qué haré? El mayordomo reconoce la justicia de la acusación. Había malgastado los bienes de su amo, de ahora en adelante debe trabajar o mendigar para ganarse la vida. Lo único que no podía hacer y lo otro le avergonzaba hacer. En su angustia, no sabe qué camino tomar. En verdad, San Juan Crisóstomo dice: "Una vida perezosa es impotente en la acción". Simbólicamente, cuando la vida ha pasado, ningún escrúpulo puede, como si cavara, preparar el alma para el fruto; mientras que mendigar, a la manera de las vírgenes insensatas, no sólo es perturbador, sino vano e inútil. Brillo.

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Antiguo Testamento