Muchos críticos se han esforzado por mostrar que esta profecía Jer. 50-51 no fue escrito por Jeremías. Otros admiten que Jeremías fue el verdadero autor, pero afirman que la profecía ha sido interpolada en gran medida. Los argumentos para su autenticidad se exponen brevemente a continuación:

(a) La inscripción Jeremias 50:1 y el historial adjunto Jeremias 51:59;

(b) La admisión general de que el estilo es el de Jeremías;

(c) El hecho de que el autor vivía en Jerusalén (Jeremias 50:5, donde se lee "hacia aquí", no "hacia allá");

(d) Los medos y no los persas se describen como los futuros conquistadores de Babilonia Jeremias 51:11, Jeremias 51:28.

El conocimiento de la topografía y las costumbres babilónicas no es más de lo que Jeremías pudo haber aprendido de los caldeos cuando estaban en Jerusalén en el cuarto año, y nuevamente en el undécimo año de Joacim: y hubo un contacto constante por carta y de otro modo entre Babilonia y Jerusalén.

La profecía puede considerarse esencial para que Jeremías cumpla correctamente con los deberes de su cargo. Había predicho la captura y la ruina de Jerusalén, no por amor a Babilonia, sino como un acto necesario de la justicia divina, y como el único remedio para los pecados de Judá. Reconoció a los caldeos como ministros de Yahweh; pero reconociendo también que practicaban barbaridades sin sentido y reclamaban la gloria para sí mismos y para sus dioses, proclamó que Babilonia debía ser castigada por su crueldad, su orgullo y su idolatría.

La fecha está fijada por Jeremias 51:59. Con esto concuerda la evidencia interna.

Aunque deficiente en el arreglo, la profecía está llena de grandes ideas; y la similitud entre los pasajes en esta profecía e Isaías ilustra el gran conocimiento que Jeremías evidentemente poseía de las Escrituras anteriores, y la manera en que, consciente o inconscientemente, las ha imitado perpetuamente en sus propios escritos.

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