Más bien, "Oh, mi consuelo en el dolor: mi corazón se desmaya por mí". Se supone que la palabra traducida "consuelo" es corrupta. Con estas eyaculaciones tristes comienza una nueva estrofa, que termina con Jeremias 9:1, en la que el profeta llora por el miserable destino de sus compatriotas, entre los que había trabajado arduamente, pero todo en vano.

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