De toda la nación sólo aquellos que ya estaban circuncidados en el momento del paso del Jordán que tenían menos de veinte años en el momento de la queja y el consiguiente rechazo en Cades (compárese la referencia marginal). Éstos habrían sido circuncidados antes de salir de Egipto, y aún sobreviviría de ellos más de un cuarto de millón de edad de treinta y ocho años para arriba.

Las declaraciones de estos versículos son de tipo general. Los “cuarenta años” de es un número redondo, y la declaración en la última parte de no puede ser estrictamente exacta. Porque debe haber habido niños varones nacidos en el desierto durante el primer año después del Éxodo, y estos deben haber sido circuncidados antes de la celebración de la Pascua en Sinaí en el primer mes del segundo año (comparar Números 9:1 , y ). Las declaraciones de los versos son, sin embargo, lo suficientemente cercanas a los hechos para el propósito en cuestión; es decir, para dar razón de la circuncisión general que se registra aquí.

La razón por la cual se omitió la circuncisión en el desierto, fue que la sentencia de y sigs. colocó a toda la nación bajo proscripción; y que la interrupción de la circuncisión, y la consiguiente omisión de la Pascua, fue una consecuencia y una señal de esa prohibición. El rechazo no fue, en efecto, total, pues en el resto entrarían los hijos de los quejosos; ni final, porque cuando los hijos hubieron llevado el castigo de los pecados de los padres por los años señalados, y los quejosos hubieron muerto, entonces debía ser quitado, como ahora por Josué.

Pero por el momento el pacto fue abrogado, aunque el propósito de Dios de restaurarlo fue dado a conocer desde el principio, y confirmado por las señales visibles de Su favor que todavía se dignó otorgar durante el peregrinaje. Los años de rechazo ciertamente se agotaron antes de la muerte de Moisés (comparar ): pero Dios no llamaría al pueblo a renovar su compromiso con Él hasta que primero les hubiera dado una prueba gloriosa de Su voluntad y poder para cumplir Su compromisos con ellos.

Así que les dio las primicias de la herencia prometida: los reinos de Sehón y Og; y por milagro plantaron sus pies en la misma tierra que aún quedaba por conquistar; y luego los llamó a Su pacto. Cabe señalar, también, que estaban a punto de ir a la guerra contra enemigos más poderosos que ellos. Su única esperanza de éxito residía en la ayuda de Dios. En tal crisis se sentiría ciertamente la necesidad de la plena comunión con Dios; y la bendición y la fuerza de la misma se conceden en consecuencia.

El renacimiento de las dos grandes ordenanzas, la circuncisión y la Pascua, después de un intervalo tan largo, no podía sino despertar el celo y vigorizar la fe y la fortaleza del pueblo. Como sellos y como medio de gracia y del buen propósito de Dios para con ellos, entonces, la circuncisión general del pueblo, seguida de la celebración solemne de la Pascua: una restaurando formalmente el pacto y reconciliándolos nacionalmente con Dios, la otra ratificando y confirmando todo lo que la circuncisión pretendía- eran en este momento muy oportunos.

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