Para mostrar aún más la razón por la que no debemos despreciar a los cristianos, presentó una parábola que muestra la alegría que se siente cuando se encuentra una cosa perdida. Un pastor se regocija por la recuperación de uno de su rebaño que había vagado más que por todo lo que quedaba; entonces Dios se regocija de que el hombre sea restaurado: entonces él busca su salvación, y quiere que ninguno de los que se encuentre así perezca. Si Dios ama y preserva a los redimidos, entonces seguramente el hombre no debería despreciarlos. Vea este pasaje más explicado en Lucas 15:4-1.

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