Seguramente no será movido para siempre - Lutero, "Porque él permanecerá siempre". Será fijo, estable, firme, próspero. No será conducido de un lugar a otro. Tendrá un hogar permanente. Tendrá una reputación estable. Tendrá una influencia constante. Será un hombre firme, establecido y próspero. Por supuesto, esto debe tomarse en general, y no debe presionarse para que signifique que será, en el sentido más literal, y siempre cierto, que un buen hombre "puede" ser "desafortunado en los negocios" y sufrir con otros; él puede estar enfermo; él puede ver razones para cambiar su residencia; ciertamente morirá. Pero aún así es cierto que la religión "tiende" a producir esta permanencia, y que a este respecto hay una marcada diferencia entre las personas que son verdaderamente piadosas y las que no lo son.

Los justos recordarán eternamente - En Proverbios 10:7, se dice que "el nombre de los impíos se pudrirá"; y el significado aquí es que la forma de asegurar un recuerdo agradecido entre las personas después de que estemos muertos es ser justos, hacer algo que merezca ser recordado. No puede significar que un hombre que es justo "nunca" será olvidado, o que su nombre y sus actos nunca pasarán del recuerdo de la humanidad, porque eso no sería cierto; pero esa gente se deleitará en apreciar la memoria de los justos; que estarán dispuestos a hacer justicia a su carácter después de su muerte; que los benevolentes y los rectos serán recordados cuando se olviden los nombres de los impíos. El mundo no tiene interés en mantener la memoria de las personas malas, y tan pronto como se puede hacer, se apresura a olvidarlas. Las personas malvadas son recordadas solo cuando sus actos son enormes, y luego su memoria es apreciada solo para amonestar y advertir. El mundo no tiene interés en mantener el recuerdo de Benedict Arnold, Alejandro VI o César Borgia, excepto para advertir a las generaciones futuras de la culpa y la bajeza de la traición y el despilfarro; "tiene" interés en no sufrir nunca la muerte de los nombres de Howard, de Wilberforce, de Henry Martyn, porque esos nombres excitan sentimientos nobles y esfuerzos nobles donde se los conoce. Tales nombres se deben tener "en recuerdo eterno".

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