Para que un hombre diga - Es decir, todo hombre dirá, o la gente en todas partes verá esto. Esto expresa el resultado de una observación cercana de los tratos divinos entre las personas. La conclusión de esos tratos es,

(a) que hay, en general, una recompensa para los justos en la tierra, o que la justicia tiende a asegurar el favor de Dios y a promover la felicidad humana; y

(b) que hay un Dios, un Ser justo que preside los asuntos humanos.

Una recompensa para los justos - Margen, como en hebreo, "fruto para los justos". Es decir, la justicia producirá sus "frutos" apropiados, ya que los árboles que se cultivan recompensarán al cultivador. La idea es que hay un curso de cosas en la tierra, incluso con todo lo que es mixto y misterioso, lo cual es favorable a la virtud; lo que muestra que hay una "ventaja" en ser justo; lo que demuestra que hay un gobierno moral; lo que asegura que Dios es amigo de la virtud y enemigo del vicio; que es amigo de la santidad y enemigo del pecado. Compare las notas en 1 Timoteo 4:8.

En verdad, él es un Dios que juzga en la tierra - O, en verdad hay un Dios que juzga en la tierra. En otras palabras, el curso de las cosas demuestra que los asuntos del mundo no se dejan al azar, al destino o a las meras leyes físicas. Hay resultados de conducta humana que muestran que hay una "Mente" que preside sobre todos; que hay alguien que tiene un propósito y un plan propios; que hay Alguien que "administra" el gobierno, premiando a los buenos y castigando a los malvados. El argumento es que hay un curso de cosas que no puede explicarse suponiendo que los asuntos de la tierra se dejan al azar; que están controlados por el destino; que están regulados por meras leyes físicas; que se cuiden solos Hay una prueba clara de la interposición divina en esos asuntos, y una prueba clara de que, en general, y en el resultado final, esa interposición es favorable a la justicia y opuesta al pecado. Ningún hombre, en otras palabras, puede tomar los "hechos" que ocurren en la tierra y explicarlos satisfactoriamente, excepto en el supuesto de que hay un Dios. Todas las demás explicaciones fallan; y, como debe admitirse, son numerosas las dificultades que nos encontramos incluso con esta suposición, sin embargo, todas las demás suposiciones fallan por completo en dar una explicación inteligible de lo que ocurre en nuestro mundo. Vea este argumento enunciado de una manera que no puede ser refutada, en la Analogía del Obispo Butler, parte i. Cap. iii)

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